LOS NACIMIENTOS: UNA TRADICIÓN QUE SE EXTINGUE.

Este día traemos este interesante relato-anécdota escrito por una periodista que vivió gran parte de su vida en Sensuntepeque y que cada año, en esta misma ciudad, realiza un evento cultural de gran importancia. Nos referimos a la licenciada Ana Mercedes Miranda Morán, a quien agradecemos por su colaboración.
Érika Valencia Perdomo y Óscar Perdomo León.

Cuando vi el primer nacimiento, era una niñita de escasos años. Fue a inicios de la década de los 60´s, en Santa Tecla. Todas las noches, en esa entonces fría ciudad, salíamos con mi padre y mi madrecita a observar con gran gusto los nacimientos con muñequitos de barro. Había uno que nos atraía de manera especial. Era “el de Güicho”. En esa casa en la que vivía este muchacho, en todo el patio de una antigua mansión solariega construían el Belén, de una manera tan real que los visitantes quedaban arrobados. Hacían ríos que de verdad “corrían”, y en las orillas estaban las lavanderas (bien hechitas) aseando ropa minúscula. Los establos con vaquitas estaban muy bien construidos, y ya no digamos la gruta (de papel, alambres, madera, etc.), en que estaba “el Misterio”, es decir San José,La VirgenMaría, Jesusito recién nacido, así como la mula y el buey, rodeados de pastores con sus ovejitas. Hasta parecía que se movían. Ese fue mi primer contacto con el mundo de barro.

Luego, íbamos a Tonacatepeque (departamento de San Salvador), a visitar a mis abuelitos paternos: Papá Tomás y Mamá Chela (Graciela). Mamá Chelita, a pesar de que la casa era humilde, siempre hacía nacimiento, y lo hacía algo grande. Me encantaba verlo por la multiplicidad de muñecos que le colocaba, y hasta recortaba animalitos, por ejemplo de sobres de sopa de gallina,  les pegaba por detrás un cartón, les colocaba una pestañita para detenerlos y … a lucirlos. En cierta ocasión, Mamá Chelita me preguntó si me gustaría hacer mi propio nacimiento. Abrí unos ojos como platos y le respondí que ¡Síííí!. Ese día, ella me llevó al mercado a comprar un Niño Dios. Me regaló uno lindísimo que le costó 2.50 de colón (hoy sería un poquito más de 25 centavos de dólar). En seguida, me obsequió unos muñecos entre ángeles, pastorcitos, un vendedor de periódicos, una niña en un trapecio, una viejecita costurera, etc. Cuando regresamos a la casa, después dela Navidad, ayudada por mi papá y mamita, hicimos nuestro primer nacimiento, sobre una capa de arena. El Niño no tenía padres ni mula ni buey. Pero yo rebozaba de felicidad.

Al año siguiente, mi papá me compró con bastante tiempo de antelación, lo que hacía falta. Él construyó el pesebre con ramas y zacatillo y, junto a mi madrecita, procedí a la colocación de los muñequitos. Desde entonces, no hemos dejado esta tradición. Siempre hago el nacimiento, esté como esté de salud. Actualmente lo tiendo en el piso, sobre capas de aserrín, ya sea de tono natural o teñido de distintos colores. El espacio que ocupa es debajo de unas gradas. Estos dos últimos años (2010 y 2011), me ha tocado construirlo recién operada, pero he tenido mucho cuidado y entusiasmo para no dejar de hacerlo. Es increíble, pero como los manipulamos con suavidad, el Niño Dios ya cumplió 47 años; sus padres, 46, y los muñequitos que me dio mi abuelita alcanzaron unos 70 años. (Son verdaderas reliquias). El Niño, en su pesebre, luce bellezas de vestidos, confeccionados por mi Tía Marina, quien se esmera en hacerle ropita muy linda. Algo que me encanta es construir casitas de cartón. Les hago las puertas, las ventanitas. Unas hasta tienen corredor. El nacimiento del 2011 lució una nueva iglesia con atrio, y en el parque se “erigió” un quiosco para presentaciones artísticas. Hice un río de plástico picado celeste, y ¡cómo brilla!, cual si tuviera agua real. No faltan Los Picapiedra (caricatura que me encanta). Siempre, mi esposo Pedro le toma muchas fotografías para que queden como recuerdo de un trabajo que dura unas pocas semanas. Pues luego del 6 de enero, después de la visita de los Reyes Magos  hay que proceder a desmontarlo y a guardar cada muñequito en periódicos, con mucho cuidado. En la tarea de desenvolver y luego envolver a los personajes de barro, mi madrecita me colabora con esmero. Luego de envueltos, los colocamos en cofres de madera y en cajas de cartón.

Debo explicar que hago dos nacimientos, porque sobre un cofre de madera, que era de mi abuelito (ya fallecido), y que fue construido en 1904 (tiene108 años), coloco el nacimiento que llamo “el enanito”, porque sólo es de muñequitos miniatura. Este año quise comprar más figuritas de este tipo, pero no las pude  encontrar. Varias vendedoras me informaron que ya casi no las fabrican. Sin embargo, con los que tengo lo hice y también me quedó muy bonito. Bueno, al menos así me parece.

Lo que siento es que esta tradición se está perdiendo. En la mayoría de hogares sólo engalanan el árbol navideño, y se dedican a poner adornos de Santa Claus, cuando la conmemoración es por el nacimiento de Jesusito. Es su natividad, su navidad (ya contractado). El gran comercio nos ha manipulado a tal punto que muchos consideran que Navidad es sinónimo de regalos, consumo desaforado, bebetoria y bacanal. Y todos los negocios que se empujan con el pretexto de una navidad mal entendida casi han borrado tradiciones como las posadas, las pastorelas y los nacimientos. Es más, en El Salvador, se celebra el 24 de diciembre, y el 25 que es el día instituido por la Iglesia Católica como de Navidad (la fecha exacta se desconoce), nadie hace mayor cosa, se dedican a dormir de los desvelos de la noche anterior y ni quien se acuerde de tan magno acontecimiento. Ya están pensando en el jolgorio del 31 de diciembre.

Antes era costumbre que durante el período entre Navidad y 6 de enero se iba a visitar nacimientos, salían las pastorelas, y antes de Navidad, las Posadas. Ahora, para la mayoría de personas eso se acabó. Es mejor dar culto al dios consumo, aunque después haga falta el dinero despilfarrado. Somos pocos los que damos vida a la tradición del nacimiento de muñequitos de barro u otro material.  Por mi parte, la mantendré hasta que Dios me lo permita, como un homenaje sencillo, pero simpático, al nacimiento del Salvador del Mundo, y para apoyar a los pocos alfareros de Ilobasco que todavía se dedican a esta delicada tarea. Quién lo diría, que el ejemplo del nacimiento de Güicho y el entusiasmo inyectado concretamente por mi abuelita, se impregnaría de tal forma en mí, que hasta el día de hoy, hacer el Belén, el nacimiento, es parte importante de mi vida.

Texto:

Ana Mercedes Miranda Morán

Fotografías:

Pedro Carbonell Romero

Acerca de Óscar Perdomo León

De médico, poeta y loco, todos tenemos un poco. Doctor en Medicina. Amante de la música, la literatura, el cine y la fotografía. Physician. Art lover. Mi blog personal: 1-LA CASA DE ÓSCAR PERDOMO LEÓN oscarperdomoleon.com /////Mis otros blogs son: //2-LA LUZ Y LA SOMBRA laluzylasombradeoscarperdomoleon.blogspot.com
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